RUTAS.ONLINE

8 restaurantes en Mendoza que vale la pena conocer




En un radio de siete cuadras de la capital provincial, un puñado de restós, fondas, tapeos, bruncheos y panaderías gourmet sorprende con cartas originales



En los últimos años, muchas de las bodegas más importantes abrieron sus restaurantes insignia, como La casa del visitante, de Familia Zuccardi; La Vid, de Norton; y Ruca Malen, de la cava homónima, entre otros. Pero también se multiplicaron, en el centro de la capital, sin el paraguas de la bodega como herramienta de marketing, un puñado de restós, fondas, tapeos, bruncheos y panaderías gourmet que merecen ser contados, con precios accesibles en la mayoría de los casos y cartas muy originales, que le dan una nueva vuelta de tuerca a la cocina argentina tradicional. Este es un muestrario de propuestas relevadas por el centro de Mendoza, todas ellas ubicadas en un radio de siete cuadras.

En una esquina pintarrajeada de tonos rojos, violetas y amarillos sobre Bartolomé Mitre al 800, funciona el único proyecto gastronómico de la ciudad con dos restaurantes en la misma casa: Zampa y Siete Cocinas. El primero es una suerte de "gastro bar" de comida argentina, con platos pequeños al estilo tapeo, sándwiches, finger food, vinos y coctelería bien definida. El menú está organizado para servirse "con las manos", "con tenedor", "con cuchara" y "con cuchillo", desde una milanesa de lengua o una empanada norteña de tres quesos hasta un cordero mendocino de Lavalle al horno de barro con tortilla santiagueña muy fina. "En Zampa hacemos cocina argentina para un público que no quiere gastar 700 u 800 pesos en una cena; hay que pensar que no todo el año tenemos al turista bodeguero dispuesto a dejar más de 1000 pesos en la cuenta", dice el chef Pablo del Río, dueño del proyecto junto con su socio Cristian Cayre.

En cuanto a Siete Cocinas, el concepto es otro y el costo del cubierto también se duplica: en este caso el menú abarca siete regiones gastronómicas del país. Hay menciones especiales para los ravioles de ricota de cabra con cuaresmillas del NOA, la ensalada de quinoa, el zapallo de San Juan, el "chivo de Malargüe" y la milanesa de conejo. "Mi idea es contar una historia en torno a cada una de esas regiones", cuenta Del Río.

A pocas cuadras, sobre la calle Montevideo al 600, está ubicada Fuente y Fonda, una casa de comidas que encontró el encanto de servir fuentes grandes para compartir, bastante toscas, pero muy ricas, con espátula y todo. "Queremos volver a lo simple: compartir una mesa con amigos y salir con la panza llena", explican desde la barra, mientras pasa un mozo con una megafuente de pastel de papas y un tanque de canelones de choclo y ricota. Acá el cubierto ronda los $300 por persona y el postre va de cortesía. "No usamos freezer, así que si se acaba algo le pedimos que no se enoje, porque esto es igual que en su casa", avisan.

En Sarmiento al 700, hay un pelotón de restaurantes con mesas en la vereda, entre los que destaca Azafrán, también con un despliegue de cocina tradicional argentina sofisticada. Su chef ejecutivo, Gabriel Stivala, define dos de los platos icónicos del lugar: la paleta de cordero cocinada durante doce horas al vacío ("así se logra una textura crujiente por fuera y húmeda por dentro, como a la estaca", explica) y los langostinos con mermelada de cebolla, mazamorra -maíz blanco preparado con leche y azúcar- y espuma de queso parmesano. El costo del cubierto orilla los $850 por cabeza.

A la vuelta de Azafrán, en Belgrano 1069, María Antonieta desafía la siesta mendocina. "Cuando abrimos hace siete años todos los restaurantes cerraban a las 15 y volvían a abrir para la cena. Veías a los turistas boyando de tarde, recién aterrizados o llegados de una excursión, tratando de encontrar un lugar para sentarse a comer", se acuerda Vanina Chimeno, dueña de este restó -abre a las 10 y cierra a medianoche- y también de Orégano, una pizzería con horno de barro y parrilla, ubicada sobre la misma cuadra.

En lo que respecta a María Antonieta, la propuesta es de cocina argentina e italiana; se sirve humita, milanesa napolitana, albóndigas de cordero, pastas caseras, ensaladas y sándwiches. Para el brunch, los turistas con abstinencia pueden abalanzarse sobre croissants, granola casera, dulces, tortas y budines.

En el rubro panadería y bruncheos, van dos recomendados: Bröd, en Chile 894, y Unión Cafetería Comedor, justo al lado de Azafrán. El primero -su nombre significa pan, en sueco- es un emprendimiento que abrió hace tres años de la mano del chef Sebastián Flores. "Amasamos todos los días y trabajamos con materiales frescos y nobles. Nuestra cocina es sencilla y los platos tienen una rusticidad aparente que encierra una frescura muy hermosa", resume Gabriela, una de las empleadas de Bröd, que tiene un patio muy bonito al aire libre, en una casa con aires coloniales. Se sirven tremendos desayunos y meriendas (además del almuerzo), con picadas, sándwiches y pastelería. No abre a la noche.

En una sintonía similar se ubica Unión Cafetería Comedor, con un pulcro salón de tonos claros enfocado al turismo y a un segmento de negocios. Su menú incluye el pan de masa madre (los panes se amasan cada mañana), el Croque Madame, desayunos completos con huevos, ensaladas, sándwiches y pesca del día para el almuerzo. Además hay barra de tragos y mesas al aire libre. "Nuestro concepto es la frescura y la idea del 'recién hecho' durante todo el tiempo que estamos abiertos", confirma Graciana Solari, chef pastelera del lugar.

Dónde comer:

Zampa: Bartolomé Mitre 794
Siete Cocinas: Bartolomé Mitre 794
Azafrán: Sarmiento 765
María Antonieta: Belgrano 1069
Fuente y fonda: Montevideo 675. 
Bröd: Chile 894. 
Unión Cafetería Comedor; Sarmiento 777
Orégano: Belgrano 1007
 


Fuente: La Nación - José Totah